Se ajustó el casco y miró al frente. El camino iba a ser largo. Le temblaba hasta el alma. El motor de la moto no ayudaba. Su primer viaje en solitario.

Miedos, inseguridades, tanta gente que le había intentado convencer de que no lo hiciera… y ahora se sentía la mujer más empoderada del mundo. Se sentía libre por primera vez en mucho tiempo.

Vestía de cuadros amarillos y negros, combinaba con los vaqueros. Se sentía muy cómoda y el calor no era un problema. La carretera sí. No escondía su miedo, ni tampoco que este se convirtiera en emoción pura una vez comenzó a rodar. Porque todos los viajes comienzan rompiendo el hielo, y terminan alcanzando la gloria.

No podía quitarse de la cabeza ese cliché. Chica guapa, moto bonita, ropa mona… eso era lo que veía la gente. Pero eso no es lo que realmente era ella.

Redujo una marcha cuando la carretera comenzó a subir y pasó los 180 km/h sin pestañear. Siguió apretándole a su máquina, ¡más joder, quiero más! El viento empujaba su pecho hacia atrás, queriéndola bajar de su sueño. Y una mierda, pensaba. Apretó los puños y aceleró aún más.

El motor, hasta ese momento infranqueable, llegó a su límite. Dejó de empujar con fuerza y se mantuvo a esa velocidad terminal, pura locura. Entonces descubrió que si seguía acelerando, la moto, poco a poco, por pura inercia, seguía lentamente subiendo de velocidad. Era una sensación que nunca había sentido. Era jugarse la vida a todo o nada, y ella quería todo.

Y después de lo sublime, hubo aún más. Siempre quedaba algo más.

Al aparcar la moto escuchaba el metal crujir al enfriarse. Bendita máquina que le hacía volar, y todas la miraron boquiabiertas. Hacía veinte años que no se veían. Todas venían increíblemente guapas en esa tarde de verano.

Todas, en el colegio, eran niñas soñadoras. Pero ahora eran mujeres casadas, divorciadas, amargadas, estresadas, ocupadas, malhumoradas. Descolocadas por el paso de los años y el peso de la vida. 

Acostumbradas a perder y a ceder.

Todas, menos una.

La ropa motera de mujer es... Pero quién diseña esa ropa? No tienen ni idea. Te mereces algo más chulo

No sabemos si llamar chaqueta o camisa a esta pieza, lo que es seguro es que te quedará muy bien

Es combinable con más ropa de abrigo y suficiente para llevarla sola si hace buen tiempo. Imagina lo cómoda que irás cuando ruedes con ella

Sales una mañana con frío y te pones la chaqueta de cuero encima. Cuando aprieta el calor metes la chaqueta en la alforja y sigues con tu camisa. No hace falta ni que te la quites cuando pares a tomar café

Te protege, es cómoda y es una colección limitadísima de MotoBoar. Te la enviamos gratis, la devolución es gratis y también el cambio de talla